Anclada al suelo, como un planta echando raíces. Pero marchita. Necesitaba libertad, necesitaba nuevas aventuras.
Pero el tiempo pasaba y seguí consumiéndome poco a poco, sin saber como añadir a mi vida esa emoción que necesitaba para sentirme viva.
Entonces apareció él. No sabía muy bien como iba a poder ayudarme, hasta que abrió un par de alas enormes. Me quedé maravillada observándolas y mis pies empezaron a salir de la tierra.
-¿Puedes cogerme en brazos y llevarme contigo?- pregunté.
-Aún mejor. Puedo hacer que tengas tus propias alas.- contestó sonriendo.
Así, empezó a coser a besos unas alas en mi espalda. Enormes, preciosas. Y al terminar nos alzaos hacia el cielo.
Desde entonces, no hemos parado de viajar juntos por encima de las nubes.
Y me siento vida.
Porque qué bonito es volar como los pájaros. Libres, sabiendo que podemos tomar cualquier camino y, aún así, ir juntos en la misma dirección.
L.
@palabrasdesdeelcorazon