domingo, 28 de julio de 2013

Vacía.

Está tirada en la cama. Coge el móvil. Nada. No hay ningún mensaje de él. Cierra los ojos. Tiene ganas de llorar, y sin embargo, se siente sin fuerzas para hacerlo. ¿Tan difícil es decirle si van a poder verse o no? Su cabeza da vueltas. En su interior, tristeza.  Quizás también indignación. Le ha mentido.
Tendría motivos para estar enfadada. Y sin embargo, quiere darle una oportunidad para arreglar las cosas. Dolor. Siente que la culpan de algo en lo que no ha tenido nada que ver. 
Si le le pidieran que dijera como se siente en una sola palabra, seguramente ésta sería vacía. 
Y quiere volver a llenarse. Llenarse de alegría. Llenarse de bienestar. Llenarse de confianza. Llenarse de todas esas cosas que él le transmitía. 
Le gusta mucho. Hacía tiempo que no encontraba a alguien que encajara así con ella. 
Y con toda la mierda que tiene ahora mismo alrededor, podría decir que en los momentos con él, era únicamente cuando se sentía realmente feliz. Llena.
No quiere perder la oportunidad de seguir conociendo a ese chico maravilloso. 
Y aunque quizás sea pronto (o tarde) para decirlo, no quiere perderlo a él. No quiere perder su sonrisa. Ni la manera en que la mira. O la forma en la que se muerde el labio, que tanto le gusta. 
Aunque quizás ya sea tarde. Quizás ya este todo perdido. 
Quizás, lo único que le queda, es quedarse vacía.

miércoles, 24 de julio de 2013

Miedo al sol.

Y entre la oscuridad aparece de repente un rayito de sol. Y vuelve la ilusión. Te gusta ese rayito. Te da calor y haces que te sientas bien. Pero sabes que el sol quema. Así qué intentas ponerte protección solar del factor 50 e ir bajo una sombrilla. Pero nunca es suficiente. El Sol siempre acaba quemando. Entonces piensas que estas destinado a quedarte en la oscuridad, y le acabas teniendo miedo al sol.