miércoles, 22 de enero de 2014

A veces te quiero.

Y sé que me espera la noche en vela. Porque me muero de ganas de echarte de menos, ¿sabes? Y duele. Duele saber que es muy fuerte esto que siento y tú no sientes. Tengo ganas de tus manos enredándose en mi pelo y de saber a qué sabe tu piel cuando te despiertas. Y sin embargo, no tengo nada de nada. Lloro, pidiendo seguir adelante sin ti. Me asomo a la ventana de mí habitación. ¿Pero qué coño...? Joder, si es que hasta el aire me sabe raro si me falta tu sudor. Y claro, así se me olvida olvidarte. Miro nuestra foto, esa que he encontrado rebuscando en el baúl de los recuerdos. Y pienso por un momento que no existe la distancia. Yo que pensaba tenerte cerca todos los días, y al final estás tan lejos, que queda descartado el dormir a tu lado. De todas formas, ya sabes que te espero sentada en un sueño. Un sueño de esos en los que me quedo mirándote y te veo salir por la puera de atras, y no se sí esperarte, seguirte hasta Marte, o meterme en un bar. Me decido por el bar, porque necesito vino, así que le digo al camarero “Ponme de beber”. Y cuando tengo los sentimiento en formol y estoy harta de cerveza y ron, una melodía se forma en mi cabeza. Y entonces lo decido. Te escribiré por las noches alguna canción, para decirte “Dame el tiempo que no te haga falta, y prometo invertirlo en caricias en tu espalda.”
A ver si así te queda claro, que aunque a veces dueles, a veces te quiero.